Ataturk |
Turquía tiene la historia, la población, el nivel medio de desarrollo económico, la cohesión nacional y la tradición y competencia militar para ser el Estado central del islam. Sin embargo, al definir explícitamente a Turquía como una sociedad laica, Ataturk impidió a la República Turca suceder en ese papel al imperio otomano. Mientras Turquía continúe definiéndose como un Estado laico, el liderazgo del islam le estará vedado.
Sin embargo, ¿qué ocurriría si Turquía se redefiniera? Turquía puede estar dispuesta a abandonar su enojoso y humillante papel de mendigo que suplica su ingreso en Occidente y a retomar su papel histórico, mucho más impresionante y elevado, como el principal interlocutor y antagonista islámico de Occidente.
Halil Turgut Özal |
El fundamentalismo ha ido aumentando en Turquía; durante el mandato de Halil Turgut Özal, Turquía hizo grandes esfuerzos para identificarse con el mundo árabe; se ha aprovechado de sus vínculos étnicos y lingüísticos para desempeñar un papel modesto en Asia Central; ha proporcionado ánimo y apoyo a los musulmanes bosnios. Entre los países musulmanes, Turquía es el único que tiene amplias conexiones históricas con los musulmanes de los Balcanes, de Oriente Próximo y Oriente Medio, el norte de África y Asia Central. Cabe pensar, en efecto, que Turquía podría “ser una Sudáfrica”; abandonar el laicismo como extraño a su ser, lo mismo que Sudáfrica abandonó el apartheid y, de ese modo, pasar de ser un Estado paria en su civilización a ser el principal Estado de tal civilización. Tras haber experimentado lo mejor y lo peor de Occidente con el cristianismo y el apartheid, Sudáfrica está peculiarmente cualificada para liderar África. Tras haber experimentado lo peor y lo mejor de Occidente con el laicismo y la democracia, Turquía puede estar igualmente cualificada para liderar al islam.
Recep Tayyip Erdoğan |
Pero para ello Turquía tendría que rechazar el legado de Ataturk. Tal vez es lo que esta intentando el presidente Recep Tayyip Erdoğan. Erdoğan quiere combinar la legitimidad religiosa y la legitimidad política para hacer que Turquía deje de ser un país desgarrado y se convierta de nuevo en un Estado central del islam.
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