No sentirse queridos por los que un día decidieron traerles a este mundo es lo que más dolor y desequilibrios emocionales causa en los niños. Con cierta frecuencia, en las separaciones matrimoniales, uno de los cónyuges manifiesta al niño que su otro progenitor ya no lo quiere, esto es terrible para el niño y le deja una huella imborrable que repercutirá en su vida de adulto.

Y ahora que somos adultos y sabemos todo esto, deberíamos evitar a los niños sufrimientos futuros e innecesarios.
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