Antes que Jesús transmita a los suyos el poder pleno de atar y desatar, ha vivido el abismo y la amplitud de la tentación, ha experimentado lo que cuesta a los hombres permanecer en calma obediencia. Con esta experiencia como ser humano ha constituido un capital al que todos pueden recurrir en horas de debilidad.
Al dejarse bautizar, Jesús se coloca en la fila de los pecadores que necesitan de la absolución, se pone, por tanto, en el camino de la cruz, donde cargará el pecado total y lo confesará ante el Padre. Juan, con su acción ministerial, da inicio a este activo caminar hacia la cruz: ve a Jesús como el Cordero sin mancha que carga y quita el pecado del mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario