Hay un proverbio árabe, que se usa prácticamente desde el Sáhara Occidental a la propia Afganistán, que dice que los occidentales tienen los relojes pero que ellos tienen el tiempo. Las sociedades occidentales tienen prisa para todo, necesitan resultados inmediatos, y los talibanes sabían que ahí estaba la debilidad occidental. Porque Afganistán, con gran parte de su territorio anclado prácticamente en la Edad Media, no es país para resultados inmediatos.
Combatientes talibanes |
No importaba que buena parte de los militares afganos desaparecieran durante meses de sus acuartelamientos. Algunos porque no les apetecía ir. Otros porque durante meses se pasaban al enemigo talibán porque pagaba mejor salario. Otros porque se iban a la recolección de la amapola, con su savia de hace el opio y la heroína, lo que suponía acceder a mucho mejor sueldo sin tantas exigencias físicas, informa el periodista Javier Arias Borque. Los talibanes comprendieron que habían ganado la guerra, solo tenían que esperar un poco más a que madurase la indiferencia occidental. La alarma de los relojes aliados ya había sonado y ellos tenían todo el tiempo del mundo para esperar a que la fruta madura cayera del árbol. Y 2013 fue la fecha de referencia para la victoria talibán. Fue el año de la gran retirada de tropas occidentales de este país asiático. La gran retirada de tropas internacionales provocó la reaparición de los talibanes, que llevan años ganando terreno en las zonas rurales del país. El reto de Afganistán ha sido muy superior al que cualquier sociedad occidental está dispuesta a aguantar o a tolerar. Las sociedades pudientes no están preparadas para una guerra de larga duración por simples conceptos como democracia, libertad o derechos humanos. Por eso el calendario de retirada y salida definitiva se ha mantenido pese a que los talibanes llevan los dos últimos años avanzando lentos pero constantes en las zonas rurales.Afganistán es un gran fracaso para Occidente, pero es que a sus líderes no les da ningún rédito electoral ni social en sus países, escribe Arias Borque.
España deja en Afganistán 102 militares fallecidos, 27.100 uniformados enviados, 1.400 misiones de desactivación de explosivos y más de 3.500 millones de euros invertidos es el balance de casi 20 años de misión en el país hoy tomado de nuevo por los talibanes.
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