"Nos encontramos frente a una elección entre dos vías posibles", dijo el pontífice. Señaló que "una lleva al refuerzo del multilateralismo, expresión de una renovada responsabilidad mundial, de una solidaridad fundada en la justicia y en el cumplimiento de la paz y la unidad de la familia humana, proyecto de Dios en el mundo”. "La otra, prefiere las actitudes de autosuficiencia, nacionalismo, proteccionismo, individualismo y aislamiento, dejando de lado a los más pobres, los más vulnerables, los habitantes de las periferias existenciales. Y ciertamente será perjudicial para toda la comunidad y causará autolesiones a todos”.
El papa Francisco también le dedicó espacio en su discurso a la familia, el aborto y la violencia contra las mujeres. Ante la ONU, recordó que "muy a menudo, la familia es víctima de colonialismos ideológicos que la hacen vulnerable y terminan provocando en muchos de sus miembros, especialmente en los más indefensos, niños y ancianos, una sensación de desarraigo y orfandad”. "La desintegración de la familia resuena en la fragmentación social que impide el compromiso de enfrentarse a enemigos comunes", advirtió.
Lamentó el papa que "los países y las instituciones internacionales promuevan el aborto como uno de los servicios esenciales de la respuesta humanitaria”. "Imploro a las autoridades civiles para que presten particular atención a los niños a quienes se les niegan sus derechos y sus dignidades fundamentales, y especialmente el derecho a la vida y a la educación", sostuvo.
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