Protegidas por la ley y con una fuerte avidez por conquistar nuevos mercados, las empresas tecnocientíficas han iniciado una carrera feroz para patentar no sólo los ingredientes del genoma humano, sino también todo el patrimonio genético del planeta; un movimiento que la escritora y filósofa india Vandana Shiva denominó biopiratería. Se trata de un componente de la nueva onda colonizadora dirigida por la tecnociencia reduccionista aliada al mercado, a través de la cual las grandes compañías transnacionales se están apropiando de la última frontera. Al patentar todos los recursos genéticos que existen en el mundo, obtienen los derechos exclusivos sobre las diversas manifestaciones de vida, gracias a los mecanismos institucionales que reglamentan y protegen la propiedad privada en esta nueva era del capitalismo postindustrial. A pesar de estas resistencias aisladas, dice la
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Vandana Shiva |
escritora argentina Paula Sibilia, la carrera para patentar la biodiversidad de la Tierra se está convirtiendo en una de las disputas más cruentas que dominan los juegos de poder contemporáneos. Además, las biopolíticas y otros dispositivos de biopoder, añade Sibilia, han abandonado el ámbito estatal y las instituciones públicas, y se han desplazado hacia los laboratorios tecnocientíficos nutridos por capitales privados y animados por el espíritu empresarial que todo lo atraviesa. En su famoso artículo de 1990, el filósofo francés Gilles Deleuze constataba: “Se nos enseña que las empresas tienen un alma, lo cual es sin duda la noticia más terrorífica del mundo”. Cada vez más, ese espíritu empresarial invade los grandes emprendimientos tecnocientíficos, con las biotecnologías y la teleinformática como protagonistas eminentes de esa fusión.
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Biotecnología en agricultura y ganadería. |
Además como consecuencia del reordenamiento legal e institucional, el campo biotecnológico registra una alta concentración de capitales, con un exiguo número de empresas en veloz crecimiento que dominan un mercado global de miles de millones de dólares por año.
las empresas tecnocientíficas han iniciado una carrera feroz para patentar no sólo los ingredientes del genoma humano, sino también todo el patrimonio genético del planeta
el campo biotecnológico registra una alta concentración de capitales
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