Son conocidos los estrechos lazos que existen entre el sindicato UGT y el Partido Socialista. En otro momento histórico esta vinculación podría estar justificada, pero hoy es perjudicial para los trabajadores.
En la encíclica "Laborem exercens" Juan Pablo II dice que “los sindicatos no tienen carácter de partidos políticos que luchan por el poder y no deberían ni siquiera ser sometidos a las decisiones de los partidos políticos o tener vínculos demasiado estrechos con ellos. En efecto, en tal situación ellos pierden fácilmente el contacto con lo que es su cometido específico, que es el de asegurar los justos derechos de los hombres del trabajo en el marco del bien común de la sociedad entera y se convierten en cambio en un instrumento para otras finalidades”.
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