Adam Smith |
La advertencia de Adam Smith de que los costes de recaudación deberían ser los “mínimos” y que los impuestos deben gravar teniendo en cuenta este principio. ¿Una máxima obvia e inocua? Claro que no, este “axioma de justicia” no es en absoluto obvio. Porque el funcionario encargado de la recaudación de impuestos tenderá a favorecer un impuesto con altos costes administrativos, que necesite una mayor contratación de funcionarios. Smith decía que el impuesto debe recaudarse del modo en que el pago sea más sencillo.
Para Smith el impuesto justo es que el impuesto debe ser cierto y no arbitrario, de forma que el contribuyente sepa cuánto debe pagar. Si un impuesto es oneroso e injusto, la evasión podría ser muy beneficiosa para la economía, e incluso algo moral.
Si una medida es injusta, dice Rothbard, es justo que tenga el efecto general más pequeño posible. La igualdad en un tratamiento injusto nunca puede considerarse un ideal de justicia. Por tanto, quien mantenga que un impuesto debe gravar por igual a todos debe antes establecer la justicia del propio impuesto. Si cierta carga es injusta, la acusación debe recaer, no en quien escapa de la carga, sino en primer lugar en quienes la imponen. Si un impuesto es de hecho injusto y algunos están exentos de pagarlo, el revuelo no debería llevar a extender el impuesto a todos, sino por el contrario a extender la exención a todos. La propia exención no puede considerarse injusta sin que el impuesto o la carga sean antes considerados como justos. Por tanto la uniformidad del tratamiento por sí misma no puede considerarse como un canon de justicia. Un impuesto debe antes probar ser justo, si es injusto, la uniformidad es simplemente una imposición de una injusticia general y debe acogerse con agrado la exención. Como el mismo hecho de la imposición es una interferencia en el libre mercado, es particularmente incongruente e incorrecto que defensores del libre mercado defiendan la uniformidad fiscal.
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