Anchee Min en su conocida novela La Ciudad Prohibida decía “que solía pensar que así era como debía ser; un hombre y una mujer dedicados por entero el uno al otro. No importa cuánto sufrieran, su felicidad era tenerse el uno al otro”.
El amor conyugal, el cual, según su verdadera naturaleza y finalidad, es un amor sensual, debe hacerse más espiritual, para que quienes se han convertido en una sola carne acaben siendo un solo corazón y una sola alma, escribe Lovasik.
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