Sándor Márai |
Decían que el odio, al igual que el deseo del adicto al opio, ni desaparece ni puede satisfacerse. Cuenta Sándor Márai en su libro ¡Tierra, tierra! que los intelectuales odiaban a los economistas y los sociólogos, esos pensadores con gafas de montura de concha que veían a los seres y los productos humanos como pura materia prima estadística, porque no creían en los seres humanos ni en la vida, sino en sus propios métodos y en los resultados financieros.
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