Es muy recomendable leer en voz alta algo que hemos escrito para pillar errores de gramática, lógica o estilo. La observación está entrelazada con el pensamiento y con la percepción hasta el punto de que nos puede ser difícil, si no imposible, separar la realidad objetiva de su materialización subjetiva en nuestra mente; y puesto que conocemos tan a fondo nuestra manera de escribir, cuando redactamos un ensayo, un relato, un artículo u otra cosa corremos el riesgo de pasar por alto los errores y leer lo que las palabras deberían decir en lugar de lo que realmente dicen.
Puesto que el acto de hablar nos obliga a leer con más pausa, podemos detectar errores que escapan a la lectura normal. La vista no los detecta, pero el oído sí. Releer en voz alta con atención puede parecer una pérdida de tiempo y esfuerzo, pero casi siempre descubrimos algún error o fallo que se nos había escapado.
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