Puede que a muchos televidentes pasivos no les irriten demasiado los cortes publicitarios, pero los internautas activos y ocupados son menos tolerantes a los anuncios que aparecen de repente en medio en la pantalla del ordenador e interrumpen o bloquean su actividad con lo que consideran una burda intromisión. Y los internautas también desconfían cada vez más de los motores de búsqueda que venden a los anunciantes los primeros lugares de las listas de resultados que ofrecen a los usuarios que buscan un producto o un servicio concreto. La publicidad comercial está tan fuera de lugar en un medio entre iguales que se considera más una intromisión que una simple distracción o molestia.
Wharton School |
Según Eric Clemens, profesor de operaciones y gestión de la información de la Wharton School, la misma naturaleza social de Internet impide su explotación comercial. Clemens asegura que Internet “es participativa, parecida a contarse historias en torno a una hoguera o a asistir a una feria medieval. Su objetivo no es difundir contenidos en una sola dirección, a un público cautivo y pasivo, como hacen el cine y la televisión”.
Así pues, si añadimos que la mayoría de los internautas desconfían de los mensajes publicitarios y dan más crédito a las revisiones hechas por otros usuarios antes de comprar algo, y que gran parte de los contenidos de Internet son obra de internautas y no de anunciantes, es difícil imaginar cómo podrá sobrevivir el sector publicitario a este medio de comunicación entre iguales como no sea desempeñando un papel muy limitado. Para Clemens, la publicidad de pago “fracasará como fuente principal de ingresos para la mayoría de los sitios de Internet”. Su conclusión es que Internet no sustituye a la publicidad: la está haciendo añicos.
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