El otro día escribí sobre John Locke como el gran defensor de los derechos naturales inherentes al hombre.Un atento lector me llama la atención y escribe manifestando que el reconocimiento de los derechos naturales ya era una preocupación de los juristas europeos mucho antes de este filósofo y médico ingles.
Y tiene razón.Tal como explica el historiador Kenneth Penningtonl los juristas europeos habían desarrollado un sólido vocabulario de derechos derivados de la ley natural. En el período comprendido entre 1.150 y 1.300 definieron el derecho a la propiedad, a la defensa, al matrimonio y al procedimiento legal como raíz de una ley natural, no positiva, así como los derechos de los no cristianos. Situando oportunamente estos derechos en el marco de la ley natural, podían afirmar, y así lo hicieron, que ningún príncipe humano podía privar a los individuos de estos derechos naturales. El príncipe carecía de jurisdicción sobre los derechos basados en la ley natural; y en consecuencia, estos derechos eran inalienables.
Estos principios tienen resonancias claramente modernas, si bien su origen se debe a los pensadores cristianos medievales, que sentaron los cimientos de la civilización occidental tal como hoy la conocemos.
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