Joseph Stiglitz cuenta que una de las formas más eficaces de influir en la opinión pública es captar políticos. Al fin y al cabo, los políticos son comerciantes de ideas. Convencer a los políticos para que adopten los puntos de vista y las percepciones de uno tiene una doble ventaja: no solo van a vender las ideas al público, sino que también traducen esas ideas a la legislación y la normativa.

Gran parte de la batalla de persuasión,dice Stiglitz, es para los votantes independientes. Para lograr su apoyo, las historias simples, distorsionadas, repetidas una y otra vez, pueden resultar más eficaces que las historias más largas y sutiles. Los mensajes que apelan a los sentimientos a menudo son más eficaces que los que apelan a la razón.
Los anunciantes son muy buenos a la hora de destilar un mensaje hasta reducirlo a sesenta segundos y conseguir que toque las fibras sensibles adecuadas, una respuesta emocional aparentemente reafirmada por la “razón”.
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