Mi amigo Tato, profesor de la Universidad Complutense, me comentaba que si en algún lugar se ha vivido el autentico socialismo ha sido en el kibbutz .
Tato estuvo viviendo en un kibbutz. El no es judío, pero por interés científicos y un trabajo que estaba realizando para la Universidad le interesaba conocer como se vivía y cual era la relación entre sus distintos miembros del kibbutz.
En el Estado judío tal como ellos lo concebían los jornaleros tenían tanta importancia como los filósofos. Con su pico y su fusil, los pioneros de los kibbutz ponían en práctica la utopía que habían soñado todos los socialistas del siglo XIX y rechazaba entre los viejos oropeles el mito del judío errante, perezoso y venal. Falansterio y monasterio a la vez, el kibbutz iba a responder tanto a las exigencias de la seguridad como a las aspiraciones del ideal y a cultivar, desinteresadamente, el trabajo y la virtud.
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