¿Estamos seguros de que las consecuencias de una opción determinada no son peligrosas, ya sea directamente o como ejemplos y precedentes?¿qué nos reporta a nosotros? Esto debe tenerse en cuenta en cualquier decisión política, porque la política trata, al fin y al cabo, de gobierno, y de generar unos resultados que presuntamente beneficien a los que han emprendido la acción. Pero la delgada línea que separa el realismo político del cinismo moral es muy fácil de cruzar, y el precio de hacerlo, con el tiempo, acaba pagándose con un espacio político corrupto. Y la tercera pregunta debe ser: ¿lo que se va a hacer es algo bueno, correcto o justo, independientemente de mis dos consideraciones anteriores?, escribe Tony Judt.
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