La Navidad de nuestros días se ha construido sobre una bonita y bien calculada paradoja, la de que el nacimiento de un “sin techo” es celebrado en cada uno de los hogares. Pero hay otra clase de paradoja que no está tan calculada y que desde luego no tiene nada de bonita. Es bastante malo que no podamos desentrañar por completo la tragedia que supone la pobreza. Y también que el nacimiento de un hombre sin techo, celebrado ante la chimenea y ante el altar, debiera sincronizarse a veces con la muerte de los sin techo de los centros de acogida y los barrios bajos, escribe Chesterton.
No hay comentarios:
Publicar un comentario