Para el filósofo político Richard Weaver es más que probable que las sociedades humanas sean incapaces de existir sin alguna forma de sacralidad. Los Estados que han querido eliminarla, tarde o temprano han caído en la tentación de encarnar ellos mismos la divinidad.
La certidumbre moral es la mejor garantía a priori de una manera de sentir correcta, dice Weaver, y la integridad intelectual confiere claridad a las acciones. En última instancia, bondad y verdad son indistinguibles, de tal suerte que quien ignora o deja de creer en la primera se condena a perder la segunda. Llevamos tantos siglos viendo cómo el oportunismo se arroga derechos esenciales, que hemos perdido casi todas nuestras incertidumbres.
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