Las ideologías totalitarias siempre han tenido entre sus objetivos principales la educación de los menores por razones obvias ya que son tremendamente moldeables al adoctrinamiento porque no tienen bagaje ético-moral ni argumentos defensivos y es fácil que se adapten y asuman cualquier cosa. Digamos que son fáciles de aleccionar y, una vez adiestrados, especialmente fieles al aprendizaje adquirido. Otra de las razones es que, una vez expandida la doctrina entre las nuevas generaciones, sólo es cuestión de tiempo que esos niños sean hombres y mujeres que aleccionen a las siguientes generaciones dejando ya el trabajo hecho para el refuerzo en las aulas de la moral estatal.El acceso a los menores se realiza por encima del derecho humano fundamental de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones.
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