Francisco de Sales escribía: “Acusamos al prójimo por cosas leves, y nos excusamos a nosotros mismos en cosas importantes. Queremos vender a precios elevadísimos y comprar, en cambio, en magníficas condiciones. Queremos que se haga justicia en la casa de los demás, pero que se use misericordia en la nuestra. Queremos que se interpreten bien nuestras palabras, y somos quisquillosos con las de los demás. Si alguno de nuestros subordinados no usa con nosotros de buenas maneras, interpretamos mal cualquier cosa que haga; por el contrario, si alguno nos resulta simpático, lo excusamos, haga lo que haga. Exigimos nuestros derechos con rigor, y, en cambio, pretendemos que los otros sean discretos al exigir los suyos… Lo que hacemos por los demás nos parece siempre demasiado, y lo que los otros hacen por nosotros nos parece cosa de nada”.
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