Con la Alemania nazi nació lo que después se llamaría la “sociedad de masas”. “Tradicionalmente,dice el filósofo Joseph Heath, las tiranías habían tenido un carácter elitista. El pueblo debía obedecer al poder establecido y mantenerse ajeno a la política. Sin embargo, los gobiernos totalitarios modernos movilizaban a las masas. En un arrebato entusiasta, el pueblo se convertía en una fuerza dictatorial por derecho propio. Para ello fue fundamental la invención de los medios de difusión que, combinados con las técnicas propagandísticas modernas, permitían al Estado cultivar y reproducir a lo grande un fanatismo y un conformismo que sólo suelen verse a pequeña escala. Así nació la sociedad de masas, hija ilegítima de los medios de difusión y la psicología colectiva. Para observar cómo los medios pueden producir el contagio masivo de un sentimiento, basta con encender la televisión o escuchar un programa de radio. La clásica comedia televisiva suele tener lo que llamamos “risa enlatada” y los programas de entrevistas tienen un público en el estudio, precisamente porque oír a la gente reírse nos induce a la risa. El efecto funciona tanto si la risa procede de personas que están en la misma habitación como si nos llega a través de un medio de difusión. De igual modo, las emisoras de radio emplean un conocido sistema para indignar o escandalizar. El enfrentamiento entre un presentador y un invitado es muy eficaz si se busca generar y mantener una reacción emocional compartida”.
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