Según informa “El Confidencial” el español medio tiene menos poder adquisitivo que antes de la crisis. Dicho de forma más directa, somos más pobres. Por lo menos en lo que respecta a su factura energética, un gasto inevitable sobre un bien de primera necesidad. Las familias españolas tienen que rascarse mucho más el bolsillo ahora para pagar sus facturas de luz , gas natural y carburantes que hace una década, pese a que ganan menos.
Los datos oficiales revelan que los ingresos de los hogares medios han descendido un 1,2% desde 2008 hasta terminar 2016. En ese periodo, el precio de la electricidad para las familias comunes ha subido un 46,69%, el gas natural se ha elevado un 31,24%, la gasolina ha repuntado un 39,54% y el gasóleo se ha alzado un 22,42%.
La destrucción de empleo que provocó la crisis dejó un mercado laboral en España arrasado, donde la demanda era, y sigue siendo, muy inferior a la oferta, por lo que la situación estructural se convirtió en terreno abonado para la caída de salarios. Pese a que los últimos guarismos reflejan una mejora, las subidas salariales que reclaman sindicatos y determinados partidos políticos no acaban de llegar. La competitividad adquirida vía salarios se ve cuestionada si los precios de la energía, otro de los factores determinantes a la hora de competir, se han acelerado como lo han hecho.
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