Estatua de Fernando de Magallanes en Punta Arenas (Chile). |
Hasta de un error, si el genio lo toca y un buen azar lo conduce, puede salir una elevada verdad. Cuéntase por cientos y por miles los inventos trascendentales, en todos los terrenos del conocimiento, que han sido promovidos en medio de falsas hipótesis. Nunca se hubiera arriesgado al mar Cristóbal Colón de no existir aquel mapa de Toscanelli que, calculando con absurda falsedad la extensión del orbe, le hacía abrigar la ilusión de haber hallado el derrotero para llegar, en el menor tiempo posible, a la costa oriental de la India. Nunca Magallanes hubiera podido persuadir a un monarca para que le confiara una flota si, con seguridad ingenua, no hubiera puesto fe en aquel mapa erróneo de Behaim y en aquellos informes fantásticos de los pilotos portugueses.
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