El monte Katahdin desde Millinocket Camp, 1895, óleo sobre lienzo, Museo de Arte de Portland. |
Como Kojève (entre otros) señaló, el igualitarismo de la Norteamérica moderna representa el logro esencial de la sociedad sin clases ideada por Marx. Esto no quiere decir que no haya ricos y pobres en los Estados Unidos, o que la brecha entre ellos no haya aumentado en los últimos años. Pero las causas profundas de la desigualdad económica no tienen tanto que ver con la estructura legal y social subyacente a esta sociedad, que sigue siendo fundamentalmente igualitaria y moderadamente redistributiva, cuanto con las características culturales y sociales de los grupos que la componen, que, a su vez, son el legado histórico de las condiciones premodernas, dice Francis Fukuyama.
La pobreza de los negros en Estados Unidos no es un producto inherente del liberalismo, sino más bien el “legado de la esclavitud y el racismo”, añade Fukuyama, que siguió existiendo mucho tiempo después de que se aboliera formalmente la esclavitud. Como consecuencia de la disminución del problema de clase, puede decirse con certeza que el atractivo del comunismo en el mundo occidental desarrollado es hoy menor que en cualquier otro momento desde que terminó la I Guerra Mundial.
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