domingo, 28 de marzo de 2021

La respuesta global a la pandemia revela que la libertad se está erosionando

Mons. Gallagher

Mons. Gallagher indicó que la Santa Sede reitera “la urgencia de proteger el derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y religión”, en especial las creencias y expresiones religiosas, que se “encuentran en el centro de la dignidad de la persona humana”. Señaló que “la respuesta global a la pandemia de COVID-19 revela que esta sólida comprensión de la libertad religiosa se está erosionando”. “La Santa Sede quisiera subrayar que, como se reconoce en numerosos instrumentos de derechos humanos, la libertad de religión también protege su testimonio y expresión pública, tanto individual como colectivamente, pública y privadamente, en forma de culto, observancia y enseñanza”. Mons. Gallagher explicó que el respeto por el “valor inherente” del derecho a la libertad religiosa requiere que las autoridades políticas se comprometan con los líderes religiosos, las organizaciones religiosas y los grupos civiles a comprometerse con la promoción de la libertad de religión.



“En medio de la actual pandemia de COVID-19, ciertas medidas impuestas por las autoridades para garantizar la salud pública también inciden en el libre ejercicio de los derechos humanos”, señaló. El Prelado explicó que muchas personas en situación de vulnerabilidad, como ancianos, migrantes y niños“se han visto desproporcionadamente afectados por la crisis actual” e indicó que cualquier limitación “al ejercicio de los derechos humanos para la protección de la salud pública debe provenir de una situación de estricta necesidad”. “Esas limitaciones deben ser proporcionales a la situación, aplicarse de manera no discriminatoria y utilizarse únicamente cuando no se dispone de otros medios”, agregó. Mons. Gallagher señaló que la verdadera promoción de los derechos humanos fundamentales depende de los valores subyacentes de los que se derivan y remarcó que “cualquier práctica o sistema que trate los derechos de manera abstracta, separados de los valores universales y preexistentes, corre el riesgo de socavar su razón de ser”. “En tal contexto de derechos desprovistos de valores, las instituciones de derechos humanos se vuelven susceptibles a las visiones o ideologías predominantes”, señaló. “Pueden imponer obligaciones o sanciones que nunca fueron previstas, que en algunos casos pueden contradecir los valores que se supone deben promover”, agregó. Además, resaltó que estas instituciones presumen incluso “de crear los llamados nuevos derecho que carecen de una base objetiva, alejándose así de su propósito de servir a la dignidad humana”.

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