miércoles, 21 de agosto de 2019

La velocidad de la globalización y el debilitamiento de los estados han hecho que sean más probables los conflictos violentos


Analistas como Kaplan y Amy Chua, autora de El mundo en llamas, explican que la velocidad de la globalización y el debilitamiento de los estados han hecho que sean más probables los conflictos violentos, y que los intentos de crear democracias de tipo occidental en lugares donde hoy no existen tienen muchas probabilidades de degenerar en violencia. Por otro lado, el terrorismo, la guerra cibernética y el narcotráfico se desarrollan en frentes amorfos, cambiantes y sin fronteras, que pueden imponer sus devastadoras consecuencias en cualquier lugar del mundo y en cualquier momento. Armas fáciles de adquirir; líneas desdibujadas entre soldados y civiles y entre tecnología militar y tecnología de consumo; aumento del número de conflictos en los que lo que se disputa no es un territorio sino dinero, materias primas, creencias religiosas, narcotráfico.



Las aptitudes que resultan valiosas en un conflicto se pueden adquirir hoy no solo en los campos militares de entrenamiento, las academias de oficiales y las escuelas superiores de defensa, sino en un campamento rebelde en el noroeste de Pakistán, una madrasa en Leicester, Inglaterra, o una escuela de informática en Guangzhou, China. Hoy, los ejércitos nacionales están intentando adaptarse a la guerra de “pleno espectro” en la que las armas son digitales además de físicas, los métodos son psicológicos además de coercitivos y los combatientes son civiles y dispersos además de uniformados y coordinados.

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