miércoles, 7 de agosto de 2019

Mujeres filósofas

Las mujeres filósofas han sido completamente suprimidas a lo largo de las épocas. Hipatia, considerada la pensadora más brillante de su tiempo, fue arrastrada de su carruaje y asesinada con conchas afiladas. Aspasia, matemática y lógica dotada, fue enviada a un convento, de donde se le prohibió salir. Teano, cuando estaba a punto de convertirse
Karl y Jenny Marx
en líder de los pitagóricos, fue hecha prisionera y torturada. La opresión física sólo fue una parte, sin embargo. La mentora de Platón, Diotima, fue degradada al nivel de una creación ficticia. En tiempos más recientes, Jenny Marx y Harriet Mill no fueron tenidas en cuenta como influencias en el desarrollo del marxismo y el liberalismo. Incluso en el siglo XX, Simone de Beauvoir recibió de vuelta su primer libro, los fundamentos del existencialismo, con una nota del editor, quien le aconsejaba que se limitara a “temas femeninos”.



 Areté de Cirene
Sin embargo Sócrates reconoce que una mujer sabia, Diotima, le había abierto los ojos a los valores de la poesía, el amor y, lo más importante, la naturaleza del conocimiento y las formas en sí mismas. A decir verdad, Diotima es quizá la “madre” de la filosofía occidental. Otra discípula de Sócrates fue Areté de Cirene. De acuerdo con el epitafio inscrito en su tumba, poseía la belleza de Helena, la virtud de Thirma, la pluma de Aristipo, el alma de Sócrates y la lengua de Homero. Era hija de Aristipo, que había sido él mismo discípulo y amigo de Sócrates, y uno de los pocos que se encontraban presentes el día fatal en que el maestro bebió la cicuta.

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