Libertad. |
Cuanto más libres somos en el uso de la palabra, más posibilidades tendremos de elegir las palabras justas y la decisión adecuada. Y más posibilidades de enmendar el error. Si algo da miedo, por tanto, es que los ciudadanos libres dejen de valorar la libertad de la palabra en aras de la seguridad o la supervivencia. Y dejen de creer que la libertad merece el precio que casi siempre tiene en la historia. Porque acaban siempre en la pregunta de Lenin: “¿Libertad, para qué?”. Por ahí comienza siempre la tentación que lleva a la miseria, a la guerra y al crimen. Y el crimen llega antes de lo que algunos creen. Llega en cuanto se acepta el discurso de la fuerza de los regímenes que aplastan las libertades.
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