Los escritores de la Ilustración eran profundamente anticatólicos.Opinaban que si el hombre es útil cuando sirve a la felicidad material, los que no entran en esta categoría son considerados inútiles. Y el que no es útil no es virtuoso. Constituye, pues, una amenaza para el Estado; hay que forzarle a ser útil o hacerle desaparecer. Y para los enciclopedistas, el arquetipo del inútil es el contemplativo.
Delisle de Sales |
Los escritos de combate de la Ilustración contienen miles de páginas en contra de las órdenes religiosas. “Trabajos útiles pueden sustituir a oraciones demasiado largas”, asegura D’Holbach. Y Delisle de Sales proclama: “Puesto que la filosofía ha progresado tanto alrededor de los tronos, hace falta que antes de medio siglo hayan desaparecido los monjes en Francia o que lleguen a ser útiles”. Hombres o mujeres, los religiosos representan una categoría a extinguir.
El historiador Jean de Viguerie resume que toda verdad es subjetiva, y por consiguiente nadie tiene derecho a imponer su norma; toda religión no es más que una opinión entre otras; el Estado no tiene por qué intervenir en las cuestiones que implican una definición de la salvación eterna.
Helvetius es igual de explícito: “Hay casos en los que la tolerancia puede llegar a ser funesta para la nación, cuando tolera una religión intolerante como la católica”.
Voltaire |
Voltaire es el heraldo más ilustre de este anticatolicismo militante:“Aplastemos a la Infame”, fórmula que resuena como un grito de guerra. La escritora y dramaturga madame de Grafigny observa que Voltaire puede ser “más fanático que todos los fanáticos que aborrece”.
La política antirreligiosa alcanza su paroxismo en esta
época. El calendario de Fabre d’Églantine, en vigor a partir del 5 de octubre de 1793, sustituye el domingo por el décadi. Igual que para el recuento de años a partir del nacimiento de la República, esta cronología, que rompe con el pasado, tiene como objetivo borrar la antigua división del tiempo instituido por el cristianismo.(Jean Sévillia)
El 10 de noviembre de 1793, Nuestra Señora de París pasa a ser templo de la Razón. Ahí es donde se desarrollará el culto al Ser Supremo, rito laico inventado por Robespierre. El 23 de noviembre de 1793, se cierran todas las iglesias parisinas. Se toma idéntica decisión en los lugares controlados por los “implacables”. En la capital o en provincias, una oleada de vandalismo ataca los edificios religiosos, que son saqueados, mutilados y a veces destruidos. El diputado de l’Oise, Anacharsis Cloots, se proclama “enemigo personal de Jesucristo”.(Jean Sévillia)
Entre noviembre de 1793 y marzo de 1795, no es únicamente el catolicismo el que está fuera de la ley, reformados o judíos, se cierran todos los lugares de culto. En Metz, las sinagogas son devastadas. En Alsacia, se queman los libros hebraicos y los ornamentos sagrados. Los rabinos pasan a ser clandestinos.
Baudot, comisario de la Convención para los ejércitos del Rin y del Mosela, reclama “la regeneración guillotina” para los judíos que “ponen la codicia en lugar del amor por la patria, y sus ridículas supersticiones en lugar de la Razón”. Un judío de Burdeos declarado sospechoso, Jean Mendès, se atreve a afirmar en la audiencia que “sus principios religiosos no concuerdan con la Constitución”. Se le envía a la guillotina.(Jean Sévillia)
No hay comentarios:
Publicar un comentario