viernes, 30 de septiembre de 2016

El Reich bismarckíano

Bismarck 
Bismarck es el responsable de definir la política como el arte de lo posible. Él insistió siempre en que su técnica era calcular la dirección que iban a seguir los acontecimientos y luego aprovecharse de ellos para sus propios fines.

Antes de que se iniciase el siglo, la Europa central llevaba más de un milenio fragmentada en Estados autónomos,escribe Richard Evans, algunos de ellos poderosos y bien organizados, como Sajonia y Baviera, otros, ciudades libres de tamaño pequeño o medio, o diminutos principados y señoríos que consistían en poco más que un castillo y una finca de tamaño modesto. Y todas esas entidades estaban agrupadas en el llamado Sacro Reich Romano de la Nación Alemana, fundado por Carlomagno en el 800 y disuelto por Napoleón en 1806. Ése fue el famoso “Reich de los mil años” que acabarían intentando emular los nazis. En la época en que se hundió bajo el peso de las invasiones napoleónicas, se hallaba en una condición calamitosa; las tentativas de establecer un grado significativo de autoridad central habían fracasado y Estados miembros poderosos y ambiciosos, como Austria y Prusia, habían tendido cada vez más a hacer sentir su peso en torno suyo como si el Reich no existiese.
Sedan, 1870

Según Richard Evans, la mayoría de los liberales prusianos, dándose cuenta de que la creación de un Estado nacional estaba justo a la vuelta de la esquina, perdonaron a Bismarck su política  de recaudar impuestos y financiar al Ejército sin aprobación del Parlamento. Le vitorearon cuando organizó otra guerra, contra los franceses, quienes temían acertadamente que la creación de una Alemania unida significase el fin del predominio del que habían gozado durante los quince años anteriores en la política de poder europea. Al aplastamiento de los ejércitos franceses en Sedán y en otros lugares siguió la proclamación de un nuevo Imperio alemán, en el Salón de los Espejos del antiguo palacio real francés de Versalles. Construido por Luis XIV, el Rey Sol, en la cúspide de su poder casi doscientos años antes, el palacio se convirtió entonces en un símbolo humillante de la derrota y la impotencia francesas. Fue éste un momento clave de la moderna historia alemana y en realidad europea.

Bismarck 
Karl Marx describió, sin exagerar demasiado, el Reich bismarckíano, en una frase enrevesada que captaba muchas de sus contradicciones internas, como un “despotismo construido burocráticamente, ataviado con formas parlamentarias, mezclado con un elemento de feudalismo pero influido ya, al mismo tiempo, por la burguesía”.

El militarismo del Estado y de la sociedad habría de tener una influencia notoria en el fracaso de la democracia alemana en la década de 1920 y en la llegada del Tercer Reich.

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