equivocarse |
No siempre uno es lo bastante astuto como para andar descuidado, y sobre todo, que después de haberse equivocado, que es lo que suele ocurrir cuando uno se descuida, la sensación no es tan agradable y cuesta bastante más mantener el aplomo, porque con la vanidad desintegrada uno se hace una idea exacta de lo indefensa y diminuta que resulta su existencia. Cuando pasa el tiempo se aprende a sacar provecho de la vergüenza, porque en definitiva la vergüenza es mucho más instructiva que la gloria, pero en el momento, y enterrado bajo los inconvenientes, se hace duro apreciar las ventajas de haber sido un imbécil.
afán de impresionar |
El afán de impresionar, que es propia de los imbéciles, en una conversación es uno de los peores enemigos que tiene el ser humano y una de las causas más frecuentes de sus reveses.
Cuando un hombre tiene que abusar de la mentira para cumplir con su deber puede estar seguro de que anda equivocado de verdad o de deber.
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