lunes, 12 de septiembre de 2016

Aquí nadie podrá nunca ser ateo.

El hombre al que Dios ha abandonado, aunque vaya todas las tardes al café a charlar y jugar a las cartas con sus amigos, aunque todos los días se divierta y se ría a carcajadas con sus compañeros de clase, aunque se pase el día de conversación con sus amigos, está completamente solo.
Hombre solitario.
Miré en una enciclopedia y el origen de la palabra ateo es el griego athos. Y esa palabra no se refería al que no creía en Dios, sino al hombre solitario abandonado por los dioses. Eso demuestra que aquí nadie podrá nunca ser ateo. Porque aquí Dios no nos abandona aunque queramos.


El hombre al que Dios ha abandonado

Dios no nos abandona aunque queramos.


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