Hoy recuerdo la figura tanto tiempo olvidada y hoy reivindicada de Blas Infante, el aspirante a Sabino Arana o Prat de la Riba de Andalucía.
Blas Infante Pérez nace en 1885 en Casares (Málaga). Se presenta a las oposiciones de notario que aprueba en 1909, lo que le abre la puerta de la notaría de Cantillana (Sevilla). Al establecer su residencia entre este pueblo y Sevilla, entra en contacto con el mundo político e intelectual del Ateneo sevillano, donde se impregna de la preocupación por las reformas políticas, la problemática social y las cuestiones andaluzas.
Al–Motamid |
Viaja por Marruecos en busca de la tumba de Al–Motamid (último rey de Sevilla) e investiga los orígenes del flamenco. Esta etapa se prolonga hasta 1931, cuando se proclama la Segunda República y Blas Infante regresa a Sevilla como notario de Coria del Río. Allí levanta Dar–al–farah (la Casa de la Alegría), donde pasará los últimos años de su vida. Desde esta residencia retoma su labor pro–Estatuto y vuelve al terreno de la política formando parte, sin éxito, de algunas candidaturas andalucistas y redactando un proyecto de Reforma Agraria que se paraliza en las Cortes. Prepara el referéndum para aprobar el ansiado Estatuto de Autonomía de Andalucía, pero el estallido de la Guerra Civil en 1936 frena en seco todas las aspiraciones autonomistas, cobrándose en Blas Infante a una de sus primeras víctimas.
Alhambra |
Se trataba de un personaje iluminado por la visión de una esplendorosa dominación árabe-islámica a la que habría puesto fin una detestable Reconquista. La seudomitología al respecto se había combinado con otro mito, el de la tolerante convivencia de «las tres culturas». Infante se había convertido o acercado mucho al islam en nombre de la nación andaluza, tratando de provocar la aversión o el desprecio a España para retornar a las antiguas maravillas muslimes.
nazari |
Considerado enemigo peligroso, aunque realmente no lo fuera, porque tenía pocos seguidores, había sido fusilado por los nacionales en los primeros días del alzamiento de julio del 36; y cuarenta años después todos los partidos, incluido UCD y salvo AP, lo enaltecían como mártir y padre de la patria andaluza.
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