“Ninguna sociedad puede ser próspera y feliz si la mayoría de sus miembros son pobres y miserables”. El monopolio distorsiona la oferta y la demanda al conferir a un fabricante o a un comerciante el poder de alterar los precios para satisfacer su apetito de lucro; al eliminar la competencia, la calidad del producto degenera y el comercio, de ser un servicio, se convierte en explotación del comprador. Los grandes beneficiarios de la teoría de Adam Smith son los consumidores, el conjunto de la sociedad, por encima de los productores, una minoría que tiene desde luego derecho de beneficiarse por el servicio que presta, a veces con gran talento y audacia, pero para ello es indispensable que haya una competencia equitativa, sin favoritismos, y, por supuesto, que se respete la propiedad privada.
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