Escribe el filósofo Zygmunt Bauman que “si los vínculos humanos, como el resto de los objetos de consumo, no necesitan ser construidos con esfuerzos prolongados y sacrificios ocasionales, sino que son algo cuya satisfacción inmediata, instantánea, uno espera en el momento de la compra (y algo que uno rechaza si no satisface, algo que se conserva y utiliza sólo mientras continúa gratificando y nunca después), entonces no tiene sentido “tirar margaritas a los chanchos” intentando salvar esa relación, con más y más desgaste de energías cada vez, y menos aun sufrir las inquietudes e incomodidades que esto implica. Hasta el más mínimo traspié puede hacer colapsar esa sociedad y quebrarla; los desacuerdos más triviales se transforman en amargas disputas, las fricciones más leves son tomadas como señales de una esencial e irreparable incompatibilidad.”
“Los rasgos de la tolerancia de la diferencia, la hospitalidad hacia las minorías, son más comunes en los países en los que el patriotismo no es un problema, es decir, en sociedades suficientemente seguras de su ciudadanía republicana que no tienen que preocuparse por el patriotismo, que no lo consideran un problema y menos aun un deber a cumplir”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario