Hizbullah se organizó como una guerrilla, subvencionada generosamente por Irán, y estableció una lucha asimétrica con Israel, convirtiéndose en una de las primeras organizaciones que utilizaban atentados suicidas en el mundo árabe de forma táctica y los secuestros de soldados enemigos para la negociación. Hizbullah ganó un prestigio y una admiración entre millones de musulmanes.Y es que además de la lucha armada, que Hizbullah ciertamente ha llevado fuera de sus fronteras nacionales, el Partido de Dios es una fuerza política legal en el Líbano. Al igual que Amal, la otra guerrilla chiita en el país. No solo eso. Los votos legítimos que han convertido a Hizbullah en un importante partido político libanés.
Hizbullah, como Hamas en Palestina, se ha destacado de otras fuerzas políticas por su enorme implicación social. Cuatro hospitales, doce clínicas, doce escuelas, dos centros agrícolas, un departamento de medio ambiente y un amplio programa de asistencia social donde la atención médica es más barata que en cualquier hospital del país, y gratuita para los miembros de Hizbullah, son un referente del Partido de Dios. Una dimensión social de esta organización terrorista,según los Estados Unidos, que se premia posteriormente con votos de agradecimiento.Tras la segunda guerra del Líbano, Hizbullah pagó de su bolsillo a los afectados las viviendas que habían sido bombardeadas por Israel, se ocupó de la distribución de agua para toda la ciudad, de la recogida de escombros y basuras, etcétera. Oficialmente, sin embargo, Hizbullah es quizás la organización terrorista más peligrosa del mundo. O eso sugieren los más reputados expertos en lucha antiterrorista occidentales. Australia, Canadá, Reino Unido, los Estados Unidos y por supuesto Israel incluyen oficialmente a Hizbullah en sus respectivas listas de organizaciones terroristas internacionales. La Unión Europea aprobó una resolución no vinculante, el 10 de marzo de 2005, en la que reconoce pruebas claras de actividades terroristas de Hizbullah.
Referencia:El Palestino de Antonio Salas.
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