Tocqueville |
Argumenta Tocqueville en los capítulos introductorios del segundo volumen de La Democracia en América, los teóricos democráticos proclaman que los seres humanos deberían regir su conducta solo a partir de sus propias luces, que deberían ignorar la autoridad de la tradición o de cualquier cosa que no sea discernible a la luz de la razón. “Pero los seres humanos, argumenta el profesor Daniel Mahoney, necesitan creencias de autoridad o “dogmas” para vivir bien. Sin las máximas morales provistas por la religión, los hombres son proclives a sucumbir ante un “vértigo” psicológico y espiritual que abre paso ya sea al nihilismo o al conformismo, con todas sus consecuencias políticas contrarias al liberalismo. La conclusión es clara, la libertad debe ser una “libertad bajo Dios”, si queremos hacer justicia a la naturaleza espiritual y a las limitaciones de los seres humanos. En rigor, la libertad entendida como pura indeterminación no permite al ser humano evadir la doble tentación de la tiranía democrática y de la apatía, que nace de sobrestimar nuestra capacidad de hacer nuestro propio camino en el mundo sin la guía de la herencia espiritual y filosófica del pasado. Y la apatía lleva al despotismo”.
Bertrand de Jouvenel |
En su obra, Sobre el poder, Bertrand de Jouvenel, subraya la tendencia de la ley en el mundo contemporáneo de convertirse en “ambulatoria” o desconectada de las verdades inmutables o eternas, cuando la soberanía, el poder humano, es tratada como un fin en sí misma.
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