Hoy en día, y especialmente en la zona euro, el Estado superado por los flujos financieros y anulado en su legitimidad por las instituciones supranacionales, ha dejado de ejercer una verdadera soberanía política. El aparato estatal se ha visto forzado a obedecer las recomendaciones de los fondos de inversión, de bancos y vehículos especulativos y de las instituciones internacionales.
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