Beijing está exportando al exterior el ‘agujero negro’ de su información, caracterizada por una falta de libertad de prensa y de opinión. Es lo que afirma la organización Reporteros sin Fronteras (RSF), en su publicación anual sobre el índice mundial de libertad de prensa, en el cual China sigue descendiendo de nivel, ubicándose actualmente en el puesto número 177.
Para RSF, el primer responsable de esta situación es el presidente Xi Jinping, que ha implementado un “monopolio de poder”. La élite que domina el país ha eliminado cualquier tipo de debate y “destruye sin cesar a los ciudadanos periodistas que tratan de hacer sentir la voz del disenso”.
“El modelo antidemocrático chino, basado en una vigilancia y en la manipulación de la información por medio de la tecnología de punta, es tanto más que alarmante, ya que Beijing ahora está promoviendo su adopción a nivel internacional”. En efecto, China está difundiendo un “nuevo orden mundial de los medios”.
Desde hace años, los periodistas chinos son obligados a omitir los problemas religiosos, étnicos, aquellos relacionados con los sindicatos libres y las tensiones en el mundo del trabajo, y los vinculados a la contaminación y la violencia. Cuando los hechos se tornan demasiado evidentes, los periodistas son obligados a seguir la línea marcada por los artículos de la agencia oficial Xinhua.
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