Escribe el cardenal Julián Herranz que Josemaría Escrivá le contó su conversación con Tardini, y que le sorprendió la preocupación de Escrivá por el extremismo religioso de algunos grupos en países musulmanes. “Su comentario, dice Herranz, me extrañó tanto como parecía haber extrañado a Tardini, quien por su cargo en la Secretaría de Estado seguro que disponía de informaciones de primera mano sobre los acontecimientos del mundo. Porque, ¿quién se preocupaba del integrismo islámico en aquellos años? ¿Quién iba a sospechar, en 1960, que pudiera surgir con tanta fuerza ese fanatismo intolerante que, negando el derecho fundamental a la libertad religiosa, está haciendo sufrir a tantas personas, hasta el punto de cometer actos terroristas como el de las Torres Gemelas neoyorquinas del 11 de septiembre del 2001 o el de los trenes en Madrid del 11 de marzo de 2004? Sin embargo, Josemaría Escrivá, con su constante desvelo evangelizador, atisbaba el futuro, escrutaba las nubes oscuras que se cernían en el horizonte, y nos prevenía de los peligros”.
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