Explica Button que “tanto entre progresistas como entre conservadores, se ha instalado el perturbador sentimiento de que la forma en que votamos es la forma en que salvamos el alma”.
Camille Paglia, que es atea, sostiene que cuando la religión pierde fuelle en una sociedad, algo acaba ocupando su lugar. “Pero la política no puede llenar el vacío. La sociedad, con la que el marxismo está obsesionado, es solo un fragmento de la totalidad de la existencia”. Según explica ella misma, su sustituto de la religión es el arte, que al menos tiene una dimensión espiritual. Pero esta desaparece “cuando el arte es reducido a política” y cada obra es vista como el resultado de la posición social del artista.
El arte no es el único ámbito que ha invadido la política. El auge de la política espectáculo ha facilitado la irrupción de los políticos en cada pantalla, en cada hogar, sobre todo en tiempos de elecciones, escribe Juan Meseguer. La mirada politizada empobrece las relaciones sociales, pues las personas solo cuentan como adversarios o camaradas de partido; cualquier detalle resulta sospechoso, la forma de vestir, el corte de pelo, los gustos musicales etc. Incluso la religión corre el riesgo de acabar desacralizada, cuando se reduce la vida de la Iglesia a un pulso de fuerzas entre progresistas y conservadores.La politización de todos los aspectos de la vida social, incluida la religión, es una manifestación del culto que hoy se presta a la política.
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