Es ilusorio pensar que la separación sea más fácil para los concubinos que para los esposos, pues el sórdido predador está por todas partes. Los abogados lo saben bien puesto que, al ser asaltados por quienes reclaman su parte del piso, del mobiliario, del coche, terminan por resignarse a establecer contratos en los que los concubinos que se instalan enumeran sus bienes propios así como los que han adquirido exclusivamente con su capital.
La tasa de cohabitación debe ser correlativa con el modelo familiar de los padres. Los hijos de las parejas desunidas, desconfiados por el mal ejemplo de sus padres, cohabitan más frecuentemente que los de los padres unidos (44% contra 26%).
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