El historiador Josep Fontana cuenta que en octubre de 1986 Nikolái Ryzhkov presentó al politburó del partido soviético un informe en que mostraba que tanto Polonia, como Hungría y Bulgaria estaban al borde de la ruina. El mes siguiente se convocó una reunión secreta del COMECON en Moscú, en que se presentó una especie de doctrina Gorbachov sobre las relaciones entre los países socialistas; la época del paternalismo había concluido y en el futuro cada partido sería responsable ante su propia población. En el futuro las relaciones económicas con la URSS debían realizarse en términos de las condiciones del mercado mundial.
General Wojciech Jaruzelski y Juan Pablo II |
Los primeros cambios tuvieron lugar en Polonia, que desde 1981 tenía como jefe de estado al general Wojciech Jaruzelski, quien mantenía un clima de tolerancia que le llevó a aceptar una visita del papa polaco Juan Pablo II. En 1989 se inició una transición con unas elecciones parciales que dieron un triunfo arrollador al sindicato Solidarność; un cambio que Jaruzelski, elegido al propio tiempo presidente de la república, completó al nombrar primer ministro al católico Tadeusz Mazowiecki. En la República Democrática Alemana, donde el secretario general del partido, Erich Honecker, se había endeudado en secreto con los bancos de la Alemania occidental, y rehusaba realizar reforma política alguna. Sus problemas se precipitaron cuando los ministros de Asuntos exteriores de Hungría y de Austria cortaron simbólicamente las alambradas de la frontera que les separaba, y Hungría se llenó de turistas alemanes del este que deseaban emprender la ruta hacia Alemania occidental a través de su territorio. El 17 de octubre de 1989 Honecker fue destituido y reemplazado por Egon Krenz. La República Democrática Alemana estaba al borde de la quiebra. Cuando Egon Krenz comunicó a Gorbachov que el país se encontraba en una situación desesperada, recibió la respuesta de que la Unión Soviética no podía ayudarles.
La mitificada “caída del muro” del 9 de noviembre de 1989, fue un acontecimiento puntual que no tuvo su origen en la acción de las masas, sino en el desconcierto de un gobierno cuyo portavoz, Günter Schabowski, cometió el error, tal vez intencionado, de afirmar que se permitiría a los alemanes del este abandonar el país por la frontera con el oeste de inmediato, lo que dio lugar a una aglomeración ante los pasos fronterizos que obligó a las autoridades del este a ceder.
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