Hermann Hesse |
El principio de toda caída, decía Hesse, es tomar en serio las cosas grandes y considerar normal que no se tomen en serio las pequeñas. Venerar la humanidad, pero atormentar a sus componentes, tener a la Patria o a la Iglesia o al Partido por sagrados y hacer el trabajo diario mal y chapucero, toda corrupción empieza así. Y añade que no hay sentimientos buenos y malos, de derechas y de izquierdas, pero conocemos dos tipos de personas y solamente juzgamos de acuerdo con ello, aquellas que intentan vivir sus ideales y aquellas que sólo los llevan en la cartera.
La humanidad, es decir, la mayoría de los hombres, siempre ha estado en contra de los que quieren el bien pues la masa no es buena ni mala, sino ante todo indolente, y no hay nada que odie tanto como las llamadas a su conciencia. Los que llevan a cabo el desarrollo hacia algo más elevado, hacia la superación del egoísmo y la desidia son siempre individuos, nunca mayorías.
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