Todas las civilizaciones viven hoy en una perpetua interacción, cuya resultante común, a la larga, pesará más sobre cada una de ellas que sus particularidades separadoras. Se admite ya como evidente la existencia de esta interacción en las esferas económicas, geopolíticas y geoestratégica. En cambio, dice el filósofo francés Jean-François Revel, se tiene menos en cuenta, a despecho de todas las habladurías, hasta qué punto la información se ha convertido en el instrumento principal, como agente permanente de la omnipresencia del planeta en sí mismo. No la verdadera información, por cierto justamente ahí radica el problema, sino el continuo torrente de mensajes que empieza a inundar a los espíritus desde la escuela, pues la enseñanza no es más que una de las ramas de la información. Cada minuto el hombre contemporáneo tiene una imagen del mundo y de su sociedad en el mundo. Actúa y reacciona en función de esa imagen. No cesa de transformarla o de confirmarla. Cuanto más falsa es, más peligrosas son sus acciones y sus reacciones tanto para él como para los demás.
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