En “Sociología de los sentidos”, Georg Simmel señala que al mirar a otra persona, de una u otra manera develamos nuestro propio ser. Esa mirada que deposito sobre el otro con la esperanza de entrever lo que piensa o siente en ese momento es necesariamente expresiva, y las recónditas emociones que se manifiestan no son fáciles de controlar o camuflar (a menos que uno sea un actor consumado).
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