Imponer un examen de selección para la entrada en la universidad puede ser una medida buena o mala. Se puede discutir desde un punto de vista pedagógico y social. “Pero, dice Jean-François Revelen, las manifestaciones de alumnos de segunda enseñanza que tuvieron lugar en Francia en diciembre de 1986 y en España poco después, la argumentación técnica no desempeñó ningún papel. La retórica de la protesta estaba entresacada de la metafísica antirracista. Condenaba el principio del examen en como comportamiento de exclusión. El eslogan era no a la discriminación. Dicho de otra manera, el aspirante a la universidad cuyos conocimientos se querían comprobar se comparaba a sí mismo al negro de África del Sur o al judío perseguido por Hitler. El gobierno que proponía la selección resultaba, pues, ser fascista, a causa de un proyecto que no podía interpretarse más que con la ayuda del paradigma racista, puesto que selección universitaria implica separación, exclusión,discriminación y,¿quién sabe?,deportación…”.
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