G. K. Chesterton |
Cuenta Chesterton que “algunos dan generalmente un sentido cínico a la frase cuando dicen: “Bienaventurado quien nada espera, porque no se verá burlado”. Y San Francisco dijo en sentido perfectamente gozoso y entusiasta: Bienaventurado quien nada espera, porque de todo gozará. A causa de esta idea deliberada de arrancar de un cero, de arrancar de la oscura nada de sus propios desiertos, llegó a gozar aun de las mismas cosas terrenas como pocos las gozaron; y son ellas el mejor ejemplo activo de aquella idea. Porque no existe otra manera de que un hombre pueda merecer el goce de contemplar una estrella o ganarse el placer de una puesta de sol. No es sólo cierto que un hombre cuanto menos piensa en sí mismo más piensa en su buena fortuna y en todos los beneficios de Dios; es cierto también qué más cosas verá cuanto más vea su origen; porque su origen es una parte de ellas y, por cierto, la más importante”.
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