El buen lector sabe que no tiene sentido buscar la vida real, la gente real y demás, cuando se trata de novelas. En un libro, la realidad de una persona, de un objeto, o de una circunstancia, depende exclusivamente del mundo creado en ese mismo libro. Un autor original siempre inventa un mundo original; y si un personaje o una acción encajan en el esquema de ese mundo, entonces experimentamos la grata sacudida de la verdad artística, por muy inverosímil que la persona o la cosa puedan parecer al trasladarlas a lo que los críticos, llaman la vida real. No existe vida real para un escritor de genio, debe crearla él mismo, y luego crear las consecuencias.
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