jueves, 23 de agosto de 2018

A fines del cretácico se produjo la última de las grandes extinciones de seres vivos, entre ellas la de los dinosaurios.

A fines del cretácico se produjo la última de las grandes extinciones de seres vivos que hubo en la historia del planeta, entre ellas la de los dinosaurios. Por supuesto, y como cada teoría tiene sus detractores, algunos paleontólogos creen que aquellos enormes bichos comenzaron a extinguirse ya a fines del cretácico, antes de que sobrevinieran las hecatombes, que no habrían sido sino el golpe de gracia final. Todo es posible, y no es aquí cuestión de discutirlo. Por un tiempo, el descubrimiento de Walter Álvarez, si no quedó en entredicho, subsistió como una de las muchas hipótesis de la gran extinción. Se han dado explicaciones
de todo género, algunas demasiado sensacionalistas, como la de que hubo un enfriamiento previo que dejó ateridos a los dinosaurios, que su excesiva abundancia provocó luchas mortales entre ellos, que si un germen desconocido envenenó los huevos, que se los comieron los pequeños mamíferos roedores, o que a los dinosaurios les dio de pronto por suicidarse, como tal vez ocurre ahora con algunas ballenas o cachalotes que se lanzan voluntariamente, sin que se sepa por qué, contra las playas. En fin, toda una serie de teorías sugestivas, pero en buena proporción disparatadas, acogidas con entusiasmo por los medios. 


Sin embargo, cuenta José Luis Comellas, en marzo de 2010 un grupo de 41 científicos de todo el mundo publicaron en la revista Science un trabajo en que concluyen que el impacto de Chicxulub fue la causa primordial de la catástrofe del "Kreide-Tertiär". En todo caso, lo absolutamente cierto es que hace 65 millones de años no quedaron dinosaurios sobre la Tierra. Y es curioso, añade Comellas, cada vez que se registra una extinción masiva, la vida estalla al poco tiempo con increíble rapidez: tiene lugar, en virtud no solo de mutaciones genéticas, sino de lo que se llaman “mutaciones genéricas”, el surgimiento de seres vivos de géneros distintos a los existentes hasta entonces. En este caso, parece que pudieron sobrevivir a la catástrofe los pequeños mamíferos, del tipo de los topos o lepóridos precedentes de los conejillos, que sobrevivieron quizá por su capacidad de construir sus madrigueras bajo tierra. Fuera lo que fuese, los mamíferos empezaron a multiplicarse rápidamente.


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